Cuando lo leí por primera vez me convencí de que el día que entrara allí iba hacer exactamente eso, pero no, cuando entre allí ya no me acordaba si era derecha o izquierda, la primera o la segunda escalera mecánica y mucho menos en que planta. No me acordaba para nada del cuadro de Alex, no sabia ni si seguiría allí y si era real. Pero me dio igual, disfrutar del MOMA fue de las mejores cosas que pude hacer en aquella ciudad. Perderme sin prisa por aquellos pasillos, mirando, observando y fotografiando, reconociendo a los nuestros y disfrutando de los que no conocías, viendo cosas absurdas o simplemente queriendo entender que era aquello. Cuando llegue a casa saque el libro pero no lo busque, sabia que lo había visto
Se que algún día lo veré con tranquilidad, que podre estar horas en él sin ninguna prisa, es lo malo de estar en una ciudad de paso con tantas cosas que ver, que siempre se queda para lo último por si da tiempo, pero ese museo esconde mas de lo que tiene, ver esa piedra, esos esqueletos, esas pastillas, esas cositas y ese patio lleno de luz aunque fuera este lloviendo. El British y su luz.
Cuando llegue a Viena y vi ese cuadro dije que cosa mas... fea?? Mi hermano me dijo, ya veras creo que te va a gustar... y si así fue, estuvimos toda una mañana disfrutando de ese museo del de arriba y del de abajo, salí convencida que tenia que volver a esa ciudad sólo por comprarme las láminas, el móvil se fue con mas de un nombre apuntado para cuando volviese a cruzar el charco hacer lo propio con las de allí. Disfrute del oro, de paisajes de antaño, de demasiado modernismo, pero vi la ternura, el amor y la ilusión pintadas en un cuadro... y si, es difícil explicar como puedes ver eso en una pintura. Pero no sólo lo vi, lo sentí.
Hoy podría escribir muchas cosas, pero prefiero hacerlo mañana, porque como he leído, después de dormir las cosas se ven de otra manera o eso creo...
Me encanta leer, todo, aunque sólo sea la explicación de un cuadro...
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