Ella es y sera siempre la ciudad por excelencia, esa que para bien o mal hace que sonría y me estremezca a la vez...
Muchos dicen que tengo la gracia y el salero necesarios para plantarme un vestido y bailar unas sevillanas con un poquito de arte, será que me gusta, que me fascina el sonido de una guitarra con sus palmas, o que lo quiero, que el corazón me puede...
Me gusta levantarme escuchando voces y gritos por el patio, el ruido de los coches en la calle y las vecinas dando voces mientras que friegan la puerta, me gusta el sonido de la puerta a llamar y escuchar a mi tía decir quien va??, el sonido de la máquina de coser, y el subir y bajar por las escaleras.
Subir la persiana y ver ese contraste de azul y blanco, mirar para abajo y encontrarme siempre a alguien sentado en el patio o poder ver quien esta en la cocina.
Hizo que reconociera el sonido de una moto o el del motor de un coche, y que nunca fallara, que lo buscara y siempre apareciera, hizo que caminar bajo la lluvia fuera parte de una canción, y que subir a ver las estrellas sólo hiciera que todos callásemos, que bajar a la malagueta una noche cualquiera se convirtiera en el mejor de los susurros, que buscar la luna se convirtiera en un juego antes de irse a dormir... hizo que amara por primera vez y con mayúsculas.
Por eso me gusta, porque me regalo lo más bonito del mundo y esos abrazos y esos besos cada vez que la piso no me los quita nadie.
Eso es Córdoba para mí. Amor, arte, embrujo, noches de luna y estrellas, besos robados y caricias, abrazos que no se terminan hasta que no se susurra te quiero...
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